DISCURSO DE BIENVENIDA EN HONOR DE PABLO NERUDA |
Por
Nicanor Parra
Hay
dos maneras de refutar a Neruda:
Señoras
y señores, yo no soy un nerudista improvisado. El tema Neruda me atrae
vigorosamente desde que tengo uso de razón, no hay día que no piense una
vez en él por lo menos. Lo leo con atención, sigo con asombro creciente
su desplazamiento anual a lo largo del zodíaco, lo analizo y lo comparo
consigo mismo, trato de aprender lo que puedo. También le he dedicado
algunas cuartetas en momentos dramáticos de su vida consagrada por entero
a la causa de la humanidad, he convivido con él durante años, en calidad
de vecino de barrio, de discípulo, en calidad de visitante esporádico.
Más aún, hemos intercambiado objetos prácticos y simbólicos: un Whitman
contra un López Velarde, una cerámica de Quinchamalí contra un poncho
araucano, un reloj de bolsillo contra un jardín de siemprevivas, mariposas,
etc. Todo lo cual me da derecho, creo yo, para considerarme un nerudista
fogueado.
Sin
embargo, reacciono como neófito, perdóneseme la sinceridad, mi estado
de ánimo es el de un bachiller en Humanidades que acaba de obtener una
audiencia con el Rector de la Universidad y que en su nerviosismo juvenil
olvida hasta los puntos de la tabla. Tartamudeo y me pongo afónico. Me
siento completamente en blanco.
Para
entrar en materia voy a leer una poesía que dediqué a Neruda en 1952 a
raíz de su regreso del destierro. No es buena, pero sirve para formarse
una idea de la devoción y el afecto que siente el autor por el héroe de
su poema.
SALUTACIÓN A NERUDA Yo
sólo quiero saludar al noble
El
versificador tiene varias ventajas sobre el prosista: una de ella es la
facilidad con que puede salir del paso en un momento difícil leyendo una
poesía en voz alta como lo acabo de hacer yo. El público siempre está
más inclinado a favorecer un soneto que un capítulo de novela, por razones
de brevedad seguramente, rara vez el soneto va más allá de 14 líneas,
y sobre todo, me parece a mí, porque la prosa ha sido hecha para ser leída
con los ojos solamente, no con la boca.
Como
se ve, la prosa es un arte visual, en cambio la poesía es un estupefaciente
del oído. Desgraciadamente
no puedo valerme del mero artificio poético en una ocasión como ésta en
que, por lo visto, se trata de pensar con la cabeza y no con el corazón
como lo suele hacer el poeta.
A
decir verdad, el discurso académico es un género literario que se halla
casi en contradicción con el temperamento fragmentario y díscolo del antipoeta.
La antipoesía es una lucha libre con los elementos, el antipoeta se concede
a sí mismo el derecho a decirlo todo, sin cuidarse para nada de las posibles
consecuencias prácticas que puedan acarrearle sus formulaciones poéticas.
Resultado: el antipoeta es declarado persona non grata.
Hablando
de peras el antipoeta puede salir perfectamente con manzanas, sin que
por eso el mundo se vaya a venir abajo. Y si se viene abajo, tanto mejor,
esa es precisamente la finalidad última del antipoeta, hacer saltar a
papirotazos los cimientos apolillados de las instituciones caducas y anquilosadas.
Y
aquí viene un paréntesis:
Tal
vez en el método de combate sea, después de todo, donde estribe la diferencia
entre poeta soldado y antipoeta: el antipoeta se bate a papirotazos, en
circunstancias de que el poeta soldado no da un paso sin su ametralladora
portátil.
Por
razones de carácter personal el antipoeta es un francotirador. Lucha por
la misma causa, pero con un método completamente distinto, sin negar al
poeta soldado, colaborando con él desde lejos, aunque su método pueda
parecer ambiguo.
Se
cierra el paréntesis.
Para
mí el género artístico supremo es la pantomima.
Acojo, no obstante con simpatía auténtica -por tratarse de quien se trata- la responsabilidad de hablar en serio, tal como suele entenderse la seriedad en estos tiempos que corren, aunque para mí la seriedad sea exactamente to contrario y corra el riesgo de salirme de personaje: mi postulado fundamental proclama que la verdadera seriedad es cómica:
La seriedad con el
ceño fruncido
Opera, además, una
razón de orden afectivo. Hace tanto, tanto tiempo que no converso con
mi amigo Pablo, con mi hermano mayor, con mi maestro -al Pablo Neruda
de 1962 no le he visto ni la luz- que sería absurdo dejar pasar tan espléndida
oportunidad.
Hasta
don Carlos Nascimento se queja de to difícil que resulta hoy por hoy un
encuentro con nuestro festejado. Su persona ha desaparecido de la circulación.
Las escasas noticias que podemos obtener de él nos Megan refractadas y
enrarecidas a través de los prismas intermediarios.
Empezaré
por tratar de establecer la importancia que tiene para mí el acto que
preside en estos momentos nuestro magnífico decano, escritor y filósofo,
Eugenio González, ex senador y ex ministro de Estado.
No
sé si voy a pecar de rebuscamiento, pero no puedo dejar de relacionar
este acto de recepción a nuestro poeta máximo con el antiacto de desafuero
de que fue víctima inocente el senador Pablo Neruda el año 1949, durante
la consabida administración de González Videla *.
Todavía no me explico el derecho que pueda tener un grupo
de individuos para arrebatar un fuero que es concedido por el pueblo a
través del mecanismo de la votación democrática.
Paradoja
de la democracia dirán ustedes para consolarme, paradojas de la democracia
me digo yo también, apretando con ira los puños y las mandíbulas.
Los
hechos fueron esos: las puertas del Senado se cerraron para Neruda. Pero
he aquí que yo, en el nombre de todos mis colegas, me honro esta noche
en abrirle de par en par las puertas de la Facultad de Filosofía y Educación
de la Universidad de Chile. Mientras el poder temporal lo despoja de su
medalla de representante del pueblo, que Neruda conquistó en buena lid,
don Andrés Bello lo llama desde la eternidad de su columna de mármol y
lo proclama su hijo predilecto.
En
el centro de gravedad de estas dos fuerzas de atracción y repulsión es
donde sitúo yo la importancia de la ceremonia que se desarrolla en esta
sala. La Historia se puede equivocar en un instante determinado, nos dice
la voz de la experiencia cristalizada en lugar común, pero a la larga
termina por rectificar sus errores.
Tanto
por la cantidad abrumadora como por la calidad insuperable, la obra realizada
por Neruda desde Crepusculario (1923) hasta los Cantos Ceremoniales
(1961) en un proceso permanente de expansión y desarrollo, que va desde
el poema nostálgico, personal e íntimo según cánones de la poesía chilena
del primer cuarto de siglo, al arrebato convulsivo del Hondero Entusiasta
para tomar la forma de lamento fúnebre de proyecciones metafísicas incalculables
en Residencia en la Tierra, puede ser calificada de titánica, sin
peligro de caer en exageración.
Neruda
ha desviado el curso de medio siglo de poesía de habla española, señala
Chelsea X (1961) y deberá ser juzgado en último término por el
Canto General que para la revista norteamericana representa la
culminación de su obra.
"Nadie,
en la historia de la poesía de lengua española", sostiene Fernando
Alegría en su Whitman en Hispanoamérica, "ensayó nunca una
obra poética de tan profundos y ambiciosos alcances como el Canto General".
Y con tan óptimos resultados, agregamos nosotros: el Canto General
y el Martín Fierro, cada uno en su género, son seguramente las
obras máximas de la poesía hispanoamericana, lo que no es poco decir en
una literatura que cuenta con obras tan categóricas como las de Rubén
Darío, Gabriela Mistral, Vicente Huidobro, Nicolás Guillén y César Vallejo.
Aquí
se abre otro paréntesis: Para
algunos "lectores exigentes" el Canto General es una
obra dispareja. La Cordillera de los Andes es también una obra dispareja,
señores "lectores exigentes".
Se
cierra el paréntesis.
Tarde
o temprano todos tendremos que ser medidos con este metro en expansión
permanente que es Neruda. Tratemos de visualizarlo. Desde
el punto de vista de las edades del hombre, que en este caso coincide
perfectamente con las edades de la obra (edad emocional=edad cronológica),
hecho que de por sí constituye la mejor garantía de desarrollo natural,
distingo tres etapas fundamentales en la evolución del pensamiento poético
de Neruda: la poesía adolescente que va de Crepusculario al Hondero
Entusiasta, la poesía juvenil de Residencia en la Tierra y
la poesía madura que culmina con el Canto General y consolida definitivamente
al hombre en el paraíso terrenal de las Odas Elementales.
En
líneas generales se podría decir que el proceso de desarrollo de nuestro
poeta ha consistido: I.
En una caída de la torre inclinada de la conciencia al abismo del subconsciente
nebuloso y caótico.
La
primera etapa es la del dolor: "Ah mi dolor, amigos, ya no es dolor
humano" (El Hondero Entusiasta).
La
segunda etapa corresponde al ensimismamiento producido por el dolor reiterado
e ininteligible: "El corazón pasando un túnel oscuro, oscuro, oscuro"
(De "Sólo la Muerte", Residencia en la Tierra).
Y
la tercera es la etapa de la curación por el método marxista: "Me
has hecho ver la claridad del mundo y la posibilidad de la alegría"
("A mi partido", Canto General).
Dicho
en otros términos: el sujeto entra en conflicto con el medio, se evade
de él como solución de emergencia y se reconcilia finalmente con la vida
a través de un proceso de racionalización de los problemas.
A
pesar de las apariencias, señoras y señores, el informe que estamos elaborando.
no es un informe psicoanalítico, por cuanto los posibles problemas psicológicos
implicados no valen aquí sino en la medida en que ellos simbolizan un
desajuste del organismo social. Nosotros no estamos formulando una teoría
de la neurosis. Estamos estudiando el drama de un hombre inteligente y
sensible que pugna por encontrar su lugar en el mundo. El enfermo no es
él, sino la sociedad.
Nuestra
crítica al psicoanálisis se puede resumir en el siguiente aforismo: el
hecho de que un sujeto mejore de una quemadura no quiere decir que quede
vacunado contra quemaduras futuras.
Aclarada
la ambigüedad aparente de nuestro análisis conviene dejar constancia de
que la trayectoria nerudiana es susceptible aún de las siguientes formulaciones
equivalentes:
Conflicto,
Ruptura, Reconciliación Trabajo
típico del período de la desesperación caótica, donde los arrullos se
mezclan a las imprecaciones, los gritos de socorro a los aullidos de protesta
y los alaridos de dolor a los gimoteos y espasmos sexuales, es el Canto
I del Hondero Entusiasta que se abre con unos acordes a toda orquesta,
verdaderos pinchazos a la médula, a la manera de las ocho primeras notas
de la V Sinfonía. Hago
girar mis brazos como dos aspas locas
El
lejano, hacia donde ya no hay más que la noche
Pero
quiero pisar más allá de esa huella:
Sufro, sufro y deseo.
Deseo, sufro y canto.
Gira mi brazo entonces,
y centellea mi alma. El
segundo período de la odisea nerudiana, que hemos llamado período nocturno,
ha inspirado varios estudios, entre los que se destaca Poesía y Estilo
de Pablo Neruda. "No hay poeta alguno, sostiene su autor Amado
Alonso, futurista, dadaísta o superrealista, que lleve con tanta dignidad
y plenitud de sentido, como Neruda, la representación de nuestro tiempo.
En ninguno muestran una tan íntima coherencia e identidad de fondo las
grietas y desmoronamientos formales, la ruptura con la tradición, la atención
fragmentaria a la poesía, las imágenes como relámpagos superpuestos y
truncados, la visión desintegradora del mundo y la omnipresencia de la
angustia metafísica".
"En
la poesía inglesa de los últimos tiempo", agrega Jorge Elliott en
su Antología Crítica de la Poesía Chilena, "sólo Hart Crane
y Dylan Thomas han logrado expresarse con éxito en una dicción poética
de naturaleza análoga y vale la pena recordar que el poeta inglés, George
Sutherland Frazer llama a Neruda el 'maestro máximo' en el uso de un lenguaje
poético que según él se caracteriza por su imprecisión denotativa que
funciona como la música, si no se olvida que no son los sonidos de las
palabras los que justifican la comparación, sino la forma en que asocian
los contenidos".
"Resulta
algo tan impresionante", continúa Elliott, poniendo de relieve la
autenticidad del mensaje nerudiano, "como la narración de un locutor
radial que presencia inesperadamente un accidente aeronáutico, un terrible
incendio o mejor aún, que ha bajado de buzo a las profundidades del océano
y que describe asombrado, por un micrófono inserto en su escafandra, ese
universo oscuro y aterrador".
Las
informaciones que recibimos del vate son informaciones de primera mano,
declaraciones de testigo ocular:
WALKING AROUND Sucede
que me canso de ser hombre.
El
olor de las peluquerías me hace llorar a gritos.
Sucede
que me canso de mis pies y mis uñas
Sin
embargo sería delicioso
No
quiero seguir siendo raíz en las tinieblas,
Por
eso el día lunes arde como el petróleo
Hay
pájaros de color de azufre y horribles intestinos Yo
paseo con calma, con ojos, con zapatos,
Para
ilustrar en forma satisfactoria la etapa de la poesía de integración habría
que disponer de un poco de tiempo. Recordemos que ella constituye las
tres cuartas partes de la obra total. No será posible por ahora, porque
sólo disponemos de algunos minutos: todo el mundo está inquieto por escuchar
la palabra personal del nuevo miembro académico que se incorpora a nuestra
casa. Los saludos de bienvenida no se pueden extender hasta el infinito.
Queremos disfrutar de nuestro huésped, oír el metal de su voz, estrechar
cordialmente su mano.
Sólo
nos limitaremos a señalar dos instantes en este período de maduración,
el más rico de todos, en que el espíritu del poeta se proyecta en todas
direcciones con una generosidad que no reconoce límites, como un trigal
de las colinas de Pilianlelbún, o como una viña de los alrededores de
Chillán: el momento de la lucha con el dragón y el momento de la victoria
definitiva.
En
el "Hombre Invisible" se ve concentrada en una sola imagen la
esencia del conflicto nerudiano, que no es otro que el conflicto central
del hombre moderno, el paso del yo al nosotros. Y en la "Oda al Caldillo
de Congrio", que en realidad puede calificarse de poesía para después
de la revolución, el poeta ha resuelto todos sus problemas y se sienta
sonriente a la mesa, a disfrutar del banquete marítimo y terrestre.
EL
HOMBRE INVISIBLE
Yo
me río
ODA AL CALDILLO DE CONGRIO
En
el mar
Resumiendo
este somero análisis podría decirse que la misión llevada a feliz término
por Pablo Neruda a lo largo de 40 años de investigación espiritual ha
consistido en suprimir los falsos problemas individuales que oscurecen
artificialmente la visual y en el planteamiento seguido de la correspondiente
solución de los problemas propiamente tales. De todo lo cual pareciera
surgir la enseñanza de que la plenitud del individuo es la resultante
natural de su integración correcta a la lucha social. Fuera de ella, fuera
de la lucha social, todo es dolor, todo es tinieblas todos los caminos
conducen a la locura.
El
hombre contemporáneo puede perfectamente doparse con whisky, con religión,
con arte puro, con sexo, con palabras, con oro, con sangre, con cualquiera
de los frutos envenenados de la cultura burguesa, pero no puede sentirse
bien, no puede respirar a todo pulmón, no puede florecer en todo el esplendor
de su cuerpo y de su espíritu sirio cumpliendo sus deberes de hombre contemporáneo:
ESPAÑA * Ayer
la anticipación del futuro por medio de los naipes
Ayer
la abolición de las hadas y de los gigantes,
Ayer
la intensificación de dínamos y de turbinas,
Ayer,
fe absoluta en los valores helénicos, ..................................................................................
Madrid
es el corazón. Nuestros momentos de ternura florecen ahí Mañana
quizás el futuro. La investigación acerca de la fatiga
El
bello rugir de un coro bajo la inmensa cúpula; ....................................................................................................... Mañana
los paseos por el lago, las semanas de perfecta comunión;
La
significación y la influencia de Neruda no se reducen pues, en manera
alguna, al plano de las imágenes poéticas. Como
lo dijo García Lorca, su poesía está más cerca de la sangre que de la
tinta y constituye una componente importante del pensamiento revolucionario
del siglo XX.
Por
eso es que no se puede hablar de Neruda en abstracto, porque él no es
un poeta de salón ni un buda absorto en la contemplación del ombligo.
Fundamentalmente, él es un poeta social, un Maiakowsky de habla española,
un ser humano que ha sorteado todos los peligros. Las flechas inflamadas
que él arroja al espacio no vuelven ya a su punto de partida como las
piedras de doble filo del Hondero Entusiasta, sino que se incrustan
en la frente y en el corazón del lector por muy gruesa que sea la capa
de plomo que los cubra.
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SISIB
y
Facultad
de Filosofía y Humanidades - Universidad
de Chile |
NOTAS
*El
copihue es la flor nacional de Chile; crece en el sur del país y tiene
la forma de una campana. volver *Gabriel
González Videla fue presidente de Chile entre 1946 y 1952; después de
haber sido apoyado por Neruda, se convirtió en uno de sus detractores.
volver *Los
cinco versos siguientes fueron omitidos del original. He decidido insertarlos
para que el Canto I del poema quede completo. volver *Poema
de Wystan Hugh Auden. Traducción de Jorge Elliott. Citado en español
en el discurso de Parra. volver |